Cada respuesta era como un eco lejano cuyos destinatarios eran todos, como si en ella los rostros anhelantes de una humanidad errante se hubieran reflejado en aquel rostro perplejo y de expresión inocente. Siempre me pareció verle la belleza de una flor silvestre del campo, de aquellas flores que están ahi y que casi nunca nadie advierte su presencia, hasta que alguien detiene su mirada en ella y descubre que el paisaje no seria tal en su ausencia.
Y esa voz nos contó tantas historias de universos y tierras desconocidas, de paisajes, de magias y fantasías, de acertijos, de espacios y realidades insólitas, de imágenes desconocidas, de versos dichos por la naturaleza misma..., de ocurrencias inopinadas. Y asi, ella llegó y nunca se irá aun cuando se haya ido, porque los universos revelados quedaron recreandose en oleadas para siempre, y porque en cada ola se oye el ritmo de su inquieto corazón preguntando incesante a cada historia no contada, seduciendo a los arcanos, que fascinados se rinden a su inocencia y se expresan sin pudor y sin reservas.
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