El resentimiento y el rencor tuvieron en el perdón el efecto narcotizante de aliviar el peso de la culpa de haber juzgado previamente al supuesto agresor. El hombre asi, sintiendose divinizado por atributos que le corresponden al Cielo ha comenzado a jugar a ser Dios..., como siempre.
Porque parece ser que si a algo no está dispuesto el hombre es a renunciar es a ser juez, hoy algunos han preferido renunciar al derecho de la venganza, "refrescando" sus conciencias con el acto de perdonar a los que les han ofendido, sabiendo en su intimidad de la egolátrica benevolencia de quien se siente superior en atributos y virtudes..., poco les falta para construir su confesionario e impartir sus "misericordiosos indultos".
Hoy se dejan escuchar frases como: "he perdonado a mi padre", he perdonado a mi pareja", "he perdonado a...".
Para saberse perdonador de las faltas de los otros es necesario previamente haber juzgado y condenado; ahora ya no se castiga, ahora se perdona.., que buenos son!, que conmovedores se les puede ver...!
Ay!, si pudiesemos no perdonar por lo innecesario que sería hacerlo, porque no sería necesario perdonar a quien jamás hemos juzgado...
